jueves, 3 de septiembre de 2009

La bancarrota del capitalismo

Hasta hace bien poco, el único dios verdadero del Liberalismo, esa religión que ha dominado en solitario el mundo durante el último cuarto de siglo, era el Dios Mercado. Para cualquier liberal, y no me estoy refiriendo exclusivamente a los ultras o neocons, tipo Esperanza Aguirre, sino incluso para muchos liberales que militan en el partido socialista, el Dios Mercado tenía la capacidad de regular absolutamente todo: los precios, la calidad, la oferta y la demanda, etc. “Dejemos que el mercado imponga su ley”, se decía cada vez que alguien preveía el más mínimo atisbo de intervencionismo económico. Pero, he aquí que, con la terrible crisis económica que nos asola, los precios de la vivienda subieron hasta límites insospechados y junto con el gran timo del euro, el sistema capitalista, el mismo que adoraba al becerro de oro de la No-Intervención económica, se ve suplicando cuasi de rodillas que el Estado intervenga para salvar los restos del naufragio del capitalismo salvaje. Y es que el Dios Mercado ha actuado. Y el hijoputa lo ha hecho de manera drástica. Lo malo del asunto es que, como ya ocurriera con el crack del 29, se ha llevado por delante a los más débiles, a los tontos que se creyeron a pies juntillas que podían tener un BMW o un Audi comprado a plazos con el sueldo de un peón albañil o de un camarero. Y se lo creyeron porque así se lo contaron en el banco, en el concesionario de coches o en las grandes superficies. En fin, las mentiras del capitalismo. Mientras tanto, los que pagaban el BMW o el Audi al contado, los que compraron casas de varios millones de euros, los millonarios, esos siguen teniéndolos. Que la crisis no es igual para todos. ¿O te creías que sí?

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