jueves, 10 de septiembre de 2009

La larga marcha hacia la anarquía

“El anarquismo no es una foto fija, ni tiene una sola cara, y presenta matices muy variados, (…) pues los movimientos sociales pueden ser varias cosas al mismo tiempo.”. Así de contundente se muestra Javier Paniagua Fuentes, profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, probablemente uno de los intelectuales españoles que más tiempo y trabajo ha dedicado el estudio del Anarquismo como movimiento social y sindical desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Y el fruto de todo ese esfuerzo es La larga marcha hacia la anarquía (Pensamiento y acción del movimiento libertario), una magnífica obra editada en 2008 por la editorial Síntesis. A través de siete capítulos y casi cuatrocientas páginas, el profesor Paniagua Fuentes lleva a cabo un exhaustivo estudio sobre el pensamiento ácrata, sus fundamentos filosóficos, las figuras intelectuales más importantes del anarquismo, no sólo español sino internacional. Así mismo, analiza la huella que el anarquismo ha dejado en movimientos sociales más recientes como el Mayo del 68 o ya en nuestros días el Movimiento antiglobalización o el movimiento okupa. Mención especial merecen los capítulos dedicados al anarquismo como movimiento de vanguardia durante la Segunda República española y al anarquismo durante la Guerra Civil, cuando por primera vez, los anarquistas tuvieron el poder real en sus manos y se pusieron en marcha las colectividades en Aragón, Andalucía, Cataluña y otros lugares del estado español. No hace falta decir que, por las páginas de este ensayo, pasan todos los grandes nombres de la causa anarquista: desde Bakunin a Abad de Santillán, de Joseph Proudhon a Errico Malatesta, de Federico Urales a Anselmo Lorenzo, de Federica Montseny a Emma Goldman. Todos y cada uno de los nombres que aportaron algo al pensamiento ácrata y que creyeron ciegamente en la idea de un mundo libre, donde el hombre no fuese un lobo para el hombre, aparecen por estas páginas. Resulta altamente estimulante ver, tras la lectura de este libro, que muchas de las reivindicaciones históricas de los anarquistas están hoy plenamente asimiladas en nuestra vida cotidiana: el antirracismo, el feminismo, el naturismo y el ecologismo, el pacifismo, etc. Y es que es de justicia histórica decir bien alto que los viejos anarquistas fueron los primeros en luchar por un mundo donde la igualdad real entre los seres humanos y la democracia auténtica y participativa fuese algo palpable, y no sólo palabras escritas en papel o dichas en un mitin. Por eso este libro está recomendado para todas esas personas que aún creen en la posibilidad de otro mundo diferente al que nos ha tocado en suerte. Porque no nos merecemos lo que nos ha caído encima.

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