sábado, 31 de octubre de 2009

El día que hablé con Paul Auster



No es por tirarme el rollo, ni por vacilar sin ton ni son, pero yo, un día hablé con Paul Auster. Tampoco es que eso me quite el sueño, que conste, pero yo un día hablé con Paul Auster. De hecho, casi que no me acordaba de esa historia, pero hoy, leyendo un libro sobre la ciudad de Nueva York, el autor contaba que había ido a la presentación de la novela Tombuctú, en un local neoyorquino llamado The Screening Room, y allí había visto a Paul Auster, incluso le había firmado un ejemplar de la novela, pero no había cruzado con él ni media palabra. Yo, sin embargo, sin moverme de Granada, hablé con él.
Fue en mayo de dos mil cuatro. Auster había venido a la ciudad de la Alhambra invitado por la Fundación García Lorca a un acto literario en la Huerta de San Vicente. El acto consistió en una entrevista que le hizo un profesor de literatura norteamericana de la Universidad de Córdoba. Por supuesto, la conversación tuvo lugar en inglés. Y entre que la acústica no era demasiado buena y la perorata en la lengua de Shakespeare, la mayoría de las tropecientas mil personas que había en la Huerta, apenas entendieron ni jota. Por cierto, recuerdo haber visto por allí a Miguel Ríos. Bueno, a lo que íbamos. Yo sabía que el Sr. Auster iba a firmar ejemplares de su obra, porque en gran medida, a eso había venido a España, a promocionar su última novela, que era, si mal no recuerdo, la magistral La noche del oráculo. Antes de salir de mi casa estuve pensando qué libro llevar para la firma. No era cuestión de llevarme la bibliografía completa, pues eso, más que sorprenderlo, probablemente, lo que haría sería cabrearlo. Así que se me ocurrió llevar alguno de los que tenía en versión original. Sólo tenía dos: The New York Trilogy (La trilogía de Nueva York) y True Tales of American Life, un libro que, en realidad no había escrito él, sino que era el fruto de numerosas colaboraciones por parte de los oyentes de un programa de radio, y Paul Auster sólo había actuado como editor, y que en nuestro país se llamó Creía que mi padre era Dios. Este fue el libro que yo decidí llevar para que el gran novelista americano me lo firmara. La cola era de unas doscientas personas, pero yo, ni corto ni perezoso, me coloqué, esperando mi turno, en aquella larga serpiente de lectores austerianos, cada uno de ellos con su ejemplar de color amarillo entre las manos. Un inciso: ya sabéis que los libros de Paul Auster en España los publica la Editorial Anagrama en su colección Contraseñas, y que los libros de esta colección son de ese color. Auster estaba sentado tras la misma mesa donde se había desarrollado el acto literario. A su izquierda, su hija, que por esos días, debía andar por los quince años, más o menos. Era una chica de larga melena rubia y ojos azules, atractiva, de rostro dulce, bastante parecida a su madre, la escritora Siri Hustvedt. Yo me daba cuenta, mientras avanzaba la cola, que el escritor no hablaba con nadie, tomaba el libro entre sus manos, garabateaba algo y en menos de diez segundos lo devolvía a su propietario o propietaria. Cuando llegó mi turno, le di mi ejemplar de True Tales of American Life. Lo tomó entre sus manos. Miró la portada. Luego despacio le dio la vuelta. Levantó la mirada y me preguntó: Where did you buy it? (¿Dónde lo has comprado?) In Amsterdam, respondí yo (lo había comprado en un viaje que hice a la capital holandesa). Se lo pasó a su hija y le dijo algo así como que aquella era la edición europea en inglés de aquel libro. La verdad es que la cubierta del libro es bastante chula y sorprendente. Se trata de una fotografía del fotógrafo Elliot Erwitt, datada en 1959, en la que se ven tres tipos vestidos con trajes de bailarina, incluidos los tutús de color rosa, tomando una copa en la barra de un bar, de la manera más natural posible. La chica tomó el libro entre sus manos blanquísimas, le echó un vistazo, sonrió y le dijo a su padre que la foto era muy divertida. Luego le devolvió el libro, el padre lo tomó, lo abrió por el lugar donde iba a firmar y me estampó allí su nombre en tinta azul. Sólo dos palabras: Paul Auster. Casi ilegible. Me lo devolvió y yo, amablemente, le di las gracias. You are welcome, respondió Paul Auster. Y eso fue todo.
PS: Por cierto, ¿alguien puede decirme qué fue de la actriz Mira Sorvino?

1 comentario:

  1. En la wikipedia aparecen las películas en que ha intervenido hasta 2013, sus bodas, descendencia, etc.

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