sábado, 30 de enero de 2010

Sol de invierno

Hoy es sábado. Un sábado frío de un mes de enero que ya agoniza. Son las once de la mañana y yo estoy sentado al sol, leyendo un relato de Juan Madrid que trata sobre un poli corrupto y facha. La banda sonora la pone Milla Jovovich, una versión del "Satélite del amor" de Lou Reed. La mañana es típicamente invernal, pero se está bien al sol. Me he acordado de un poema que escribí hace años. Era un poema que hablaba de un ángel enfermo de cáncer, un ángel que bajaba, una mañana de enero muy parecida a la de hoy, hasta la playa y allí se sentaba en la arena, al sol de invierno, y abría al azar un libro de poemas de Juan Ramón Jiménez, y leía un poema que trataba de la muerte.
Hoy es sábado. Un sábado de enero normal y corriente, con sus miserias y sus grandezas, pero al mismo tiempo es un día extraordinario. Y lo que lo hace único es el simple hecho de estar ahora, en este preciso instante, aquí, a unos cientos de metros del mar Mediterráneo, respirando esta luz azul y este frío invernal, dejándome acariciar por el sol de invierno, que lo hace todo un poco mejor, o tal vez, un poco menos malo. Y tengo en las manos un libro de Juan Madrid y la música suena en mi cabeza, y es, quizás, por todo esto, que no importa tanto que enero se desangre poco a poco.

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