sábado, 31 de julio de 2010

Cerveza caliente en vasos de plástico

El hombre no recordaba el día exacto, pero debía ser casi Navidad. Por el frío. Y por las luces de las calles. Había ido a la presentación de aquel libro atraído por su título: Vete a la mierda y otros poemas de amor. Un título interesante. Tras el acto, mientras tomaba una cerveza, se fijó en ella. Pensó: Demasiado hermosa. Demasiado delgada. Demasiado joven. En ese orden. La buscó con la mirada y, aunque al principio ella parecía no darse cuenta —o pasaba directamente de su culo— él se las ingenió para acabar charlando con ella. De esta manera se enteró de que era estudiante de Bellas Artes, (me apasiona el arte, cualquier manifestación artística, le dijo un poco más tarde) y de que le gustaba el rocanrol de los años cincuenta (Roy Orbison me vuelve loca). El hombre, por su parte, le habló de Leonard Cohen y Sam Peckimpah. Y de los tebeos de Peter Bagge. Después brindaron con cerveza caliente en vasos de plástico. Y siguieron hablando. Y riendo. A medianoche, cada cual siguió su camino. Y ella desapareció para siempre de su vida.

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