martes, 14 de septiembre de 2010

El amor: efectos adversos

El amor,
como otras drogas,
puede tener efectos adversos.
Frecuentemente
puede producir
dolor de cabeza, fatiga,
nerviosismo injustificado,
inapetencia generalizada,
latidos cardíacos irregulares
o rápidos, sequedad de boca,
alucinaciones, estómago revuelto,
palpitaciones, confusión,
aturdimiento, sedación,
aumento de la libido,
respiración entrecortada o ruidosa,
calambres fuertes en el alma,
temblores y rigidez de los músculos,
y/o dificultad para dormir.
También puede producir
unos deseos incontrolados
de estar en todo momento
con la persona amada
(sobre todo cuando el amor
se suministra por vía intravenosa).
No obstante,
todo esto suele desaparecer
cuando se interrumpe
el tratamiento.
Si usted padece
uno o más de estos síntomas,
deje su amor en la mesita de moche
y consulte a su médico
o farmacéutico.

6 comentarios:

  1. ¡Una puta mierda, el amor!, siempre termina haciéndote daño, venga de donde venga.

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  2. Prefiero a Rafa antes que a Sabina.

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  3. Eso demuestra que eres una persona con muy buen gusto. Gracias.

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  4. Las ciencias (sociales, biológicas, físicas, matemáticas) y sus disciplinas asociadas (ingeniería, medicina, arquitectura…) copian no sólo de la realidad sino también de sus estudiosos - predecesores. En ciencias, no solo es deseable sino imprescindible copiar, apoyarse en lo previo. De hecho, el método científico se sustenta en el principio de reproductibilidad. Es decir, la capacidad de repetir determinados acontecimientos, para obtener un mismo resultado, en cualquier lugar y por cualquier persona. Es decir, repetir, repetir, repetir. O lo que es lo mismo, en la capacidad de imitar modelos. ¿Copiar?
    En cualquier forma de arte, los iniciados se basan en los “grandes” de todos los tiempos para aprender. También, como los científicos, imitan modelos. La diferencia estriba en que en el arte, existe libertad para obtener resultados. De ahí la magia: reproduciendo un hecho con la misma técnica, podemos llegar a miles de resultados diversos y todos ellos pueden ser auténticamente originales.
    A nadie se le ocurriría decir despectivamente que un médico X ha copiado a Pasteur. Muy al contrario, si el resultado es bueno, sería un acierto y todo un honor reconocerlo por dicho X.
    Parece ser, que todo es cuestión de perspectivas. Quizás no deberíamos dividir tanto entre lo que es original o no, sino en lo que es bueno y lo que es malo, lo que nos llega y lo que no.

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