domingo, 12 de septiembre de 2010

Las novelas de Charles Bukowski: Cartero (II)

Un poeta maldito en la oficina de Correos: Cartero

El día dos de enero de 1970, Charles Bukowski, a punto de cumplir cincuenta años de edad, presenta su dimisión en la oficina de Correos en la que llevaba trabajando desde 1958. Ha tomado una decisión irrevocable: convertirse en escritor profesional. Al día siguiente, Bukowski comienza a escribir la que será su primera novela: Post Office (Cartero), escrita “(…) en veinte días, ciento veinte mil palabras, de las cuales eliminé treinta mil en la corrección”, según escribía el propio autor en una carta a un amigo. Según Neeli Cherkovski, biógrafo de Bukowski, la escritura de esta novela permitió al autor californiano

repasar todos aquellos años de sufrimiento como funcionario de Correos. Revivió cada incidente con distancia, libre como estaba ahora de reglamentos, normas, supervisores y compañeros de trabajo. (…) En Cartero compara el dejar el trabajo con escaparse de la cárcel; escribir aquella novela fue como una liberación catártica, un medio de salir de una mala situación.

Sobre la manera en que fue escrita Cartero, Cherkovski cuenta lo siguiente:

El día que empezó la novela, Hank entró en una especie de trance, y no se tomó ni un día de descanso hasta que acabó. Empezaba a escribir a las dos y media de la tarde y seguía hasta medianoche, en que paraba, salía un rato y comía algo. Iba revisando a medida que iba escribiendo.

El día 21 de enero, tres semanas después de haber comenzado a escribirla, Charles Bukowski puso el punto y final a Cartero. Luego telefoneó a John Martin para darle la buena noticia. La novela fue publicada el ocho de febrero de 1971, prácticamente un año después de concluida. El libro, de carácter autobiográfico, narra las vicisitudes tanto a nivel laboral como personal, del personaje principal, Henry Chinaski, alter ego del autor, durante los dos períodos de tiempo en que trabajó como empleado en la oficina de Correos de Los Ángeles: el primero, tres años y medio como cartero; el segundo, doce años como funcionario clasificando la correspondencia en dicha oficina. El protagonista, Henry Chinaski, aparece como un hombre que no se asusta ante nada, que no se somete sumisamente a las órdenes injustas de sus superiores, que se rebela ante el sistema y ante sus representantes, los supervisores de la oficina de Correos. La parte más importante de la novela es el final, cuando el día de su cumpleaños, Chinaski, al igual que había hecho el propio Charles Bukowski unos meses antes, presenta su dimisión irrevocable para dedicarse por entero a lo que hasta ese momento había ocupado su tiempo libre: la literatura.
Esta primera novela aporta dos elementos fundamentales a la prosa de Bukowski:
a) La estructura formal: en esta obra Bukowski utiliza una estructura formal que mantendrá en el resto de sus novelas. Los orígenes de esta estructura los encontramos en el relato Confesiones de un hombre lo bastante loco como para vivir con las bestias. Consiste en una serie de capítulos, sin título, encabezados por un número que marca el orden de la narración. Esos capítulos son, por lo general, más breves que un relato y más largos que un simple boceto, aunque no se puede decir que haya una extensión media.
b) El personaje de Henry Chinaski: es el nombre que Bukowski utiliza para su alter ego. Hasta este momento, Bukowski había probado con otros nombres, por ejemplo, Puchinski en el relato Todos los culos del mundo y el mío, pero no los había conservado durante mucho tiempo. Sin lugar a dudas, una de las aportaciones más importantes y originales de Bukowski como novelista es el personaje de Henry Chinaski, que será el protagonista del resto de novelas de Charles Bukowski, excepto de la última.
El crítico Michael Basinski nos presenta a Henry Chinaski como,

un vagabundo y un alcohólico, inflexible, intransigente, groseramente poético y original. Es un personaje dostoyevskiano, un moderno y americano hombre del subsuelo. Es también un autoproclamado cobarde que obtiene un gran placer en las cosas más básicas: la imaginación, la creación, la defecación, la copulación y la intoxicación. Vive en una sociedad americana que está en ruinas, aunque es por elección propia y no porque las circunstancias lo obliguen. Chinaski ha cambiado la normalidad y la mediocridad por la ventaja del autoconocimiento y la exploración que sólo se puede alcanzar en un medio que no esté restringido desde el punto de vista social. Su yo supremo, un yo de connotaciones ácratas, ha encontrado su santuario en los barrios bajos, lejos de las demandas de la clase media de seguridad, empleo y un césped cortado con esmero. Chinaski no es un lerdo; es un superviviente. Su vida de alcohólico pobre y oprimido no lo deprime. Tampoco le da un carácter romántico —como ocurriría con un bohemio— a esa vida al margen de la sociedad. Chinaski ha inventado un espacio cultural donde él es el centro de su propio mundo, desde el cual ve pasar a toda prisa el loco mundo real. La filosofía de vida de Chinaski es bien sencilla y original. Es muy satírico y en apariencia anti-americano, aunque su espíritu es claramente yanqui e incluso su modelo vital, arquetípicamente americano. Es resuelto, testarudo, crítico, intolerante, autosuficiente y oportunista.

1 comentario:

  1. Rafa, bien, pero dále méritos a Bukowski. "Amor por 17,50 $" ¿no?

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