viernes, 25 de marzo de 2011

Tu nombre de mujer

quisiera levantar un muro
con mis manos

después encalarlo

y sobre la cal blanca
escribir con pintura roja

tu nombre de mujer

miércoles, 23 de marzo de 2011

Señor de la guerra



Habéis propagado el peor de los miedos
"Masters of War", Bob Dylan

Sabíamos que es un incompetente.

Sabíamos que miente más que habla.

Sabíamos que es de derechas.

Sabíamos de su hipocresía desmesurada.

Sabíamos que es un lameculos de Obama, de Merkell y de Sarkozy.

Sabíamos que roba a los trabajadores para dárselo a los ricos.

Sabíamos que es el rey del disparate.

Sabíamos que ha multiplicado los parados como Jesús multiplicó los panes y los peces.

Sabíamos que es un incongruente.

Sabíamos de su ignorancia supina.

Sabíamos que está al servicio de las multinacionales, de los bancos y de los mercados financieros.

Sabíamos que es incapaz de plantar cara a la iglesia católica.

Ahora también sabemos que es un Señor de la Guerra.

martes, 22 de marzo de 2011

Barcos en la oscuridad

barcos en la oscuridad
Dennis Lehane

barcos que atraviesan el océano

tratando de romper

la espesura de la noche


barcos que buscan

la luz de un faro

entre las rocas del acantilado


barcos que dan vueltas

sin rumbo

confundidos y asustados


barcos que se cruzan

en la oscuridad de la noche

solitarios

sábado, 19 de marzo de 2011

Para ti, Adela

Para ti

que has venido a llenar
este aire vacío de la tarde

que me has enseñado a escuchar
el sonido dorado de los rayos del sol

que escribes en el espejo la palabra nieve
y después la derrites con tu aliento

que modelas con tus manos frágiles
la textura imposible de las olas del mar

que me regalas tu mirada tibia
sin pedirme nada a cambio

que saldrás de la infancia
como se sale de un resfriado

que ríes con desmesura
que lloras con todas tus ganas

Adela
para ti
escribo este poema.

(Para mi pequeña Adela)

martes, 15 de marzo de 2011

Entrevista en Onda Cero de Córdoba

Si vivís en la ciudad de Córdoba o cerca, el próximo viernes, 18 de marzo, podréis escuchar en la cadena de radio Onda Cero la entrevista que Mertxe Manso y Pilar Sanabria me van a hacer a propósito de mi nuevo poemario El placer de ver morir a un ángel (Huerga y Fierrro Editores, 2011). Dicha entrevista se emitirá en el espacio cultural que la periodista Pilar Sanabria dirige y presenta, entre la una y las dos menos cuarto de la tarde. Hablaremos, entre otras cosas, de mis nuevos poemas, del estado de la poesía, en general, y de la que se escribe y publica en Córdoba, en particular, de Cosmopoética y de otros temas interesantes. Así que ya sabéis, si el viernes a la una de la tarde tenéis una radio cerca, sintonizad el 89.7 en el dial.

domingo, 13 de marzo de 2011

Las novelas de Bukowski (VII y final)

Dedicado a la mala escritura: Pulp

Dos semanas después de su muerte, aparece publicada la última novela de Charles Bukowski, Pulp. Bukowski había estado trabajando de manera intermitente en esta novela durante los dos últimos años de su vida, cuando ya estaba enfermo de leucemia y la muerte acechaba al escritor californiano.
Pulp es un sentido homenaje a un tipo de literatura que Bukowski admiraba: la “pulp fiction”, es decir, las novelas de detectives que se publicaban para ser comercializadas en los quioscos y que gozaron de notable éxito entre las décadas de los veinte y los cincuenta en los Estados Unidos y en otros muchos lugares del mundo. Eran ediciones hechas en papel barato, imperfectas, escritas la mayoría de las veces en unos días, pero emocionantes, que los lectores devoraban más rápidamente de lo que habían sido escritas.
Aparentemente, esta novela es la menos autobiográfica de todas las obras de Bukowski, ya que es la única cuyo protagonista no es Henry Chinaski. En Pulp, Charles Bukowski nos cuenta las desventuras del detective privado de Los Ángeles Nick Belane, un detective “de cincuenta y cinco años”, que lleva una Luger debajo del sobaco y tiene los “ojos tristes, los zapatos viejos” y al que, según sus propias palabras, nadie quiere. Nick Belane es un detective de seis dólares la hora, alcohólico, barrigón, violento, tres veces casado y tres veces divorciado, “un perdedor”, “un detective incapaz de resolver nada”, al que le gusta apostar en el hipódromo. Por supuesto, como buen detective privado, tiene una visión bastante pesimista tanto de sí mismo como del mundo en el que le ha tocado vivir. En su opinión, la “inmensa mayoría de la gente estaba loca. Y los que no estaban locos estaban furiosos. Y los que no estaban locos ni furiosos eran idiotas. No tenía escapatoria.” Cuando Belane se mira en el espejo sólo atina a ver “depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de los ojos. Ojillos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato.”
Al comienzo del libro, Belane nos cuenta:

Yo estaba sentado en mi oficina, mi contrato de alquiler había vencido y McKelvey estaba empezando los trámites para desahuciarme. Aquel día hacía un calor del demonio y el aire acondicionado se había roto.

En esas se encuentra cuando la señora Muerte, una hermosa mujer de voz sexy, con un vestido “tan apretado que casi le estallaban las costuras”, visita su despacho para encargarle un escabroso asunto: debe encontrar a un tal Céline, que “se ha pasado varias veces por la librería de Red (Koldowsky), ha estado hojeando libros, preguntando sobre Faulkner, Carson McCullers, Charles Manson…” Corre el rumor de que ese hombre podría ser el escritor maldito Louis Ferdinand Céline, el “escritor más importante de Francia”, que no habría muerto en 1961. Al mismo tiempo, un tipo llamado John Barton le encarga encontrar al Gorrión Rojo, y si lo consigue le dará “100 dólares mensuales de por vida.” Barton no tiene evidencias de que el Gorrión Rojo exista, pero sabe que si es así, sólo Belane podrá encontrarlo. Estos dos casos se mezclan con un caso de infidelidad conyugal, con deudas de juego del propio Belane y con una invasión de extraterrestres del planeta Zaros. Como se puede imaginar, una mezcla explosiva.
Aunque a grandes rasgos Pulp es una parodia/homenaje de la novela de detectives, podemos afirmar que es algo más que eso. Pulp esconde entre sus divertidas páginas una profunda reflexión sobre la muerte. A lo largo de la novela, son abundantes las referencias a la muerte: “El hombre ha nacido para morir. ¿Qué quiere decir eso? Perder el tiempo y esperar.” O este otro fragmento:

Maldita sea, la muerte está en todas partes. Ni hombres, ni pájaros, ni fieras, ni reptiles, ni roedores, ni insectos, ni peces, ninguno tenía una oportunidad. El final estaba fijado. No sabía qué hacer. Me empecé a deprimir. Ya saben, veo al dependiente del supermercado metiendo en la bolsa lo que he comprado y a continuación le veo metiéndose en su propia tumba junto con el papel higiénico, la cerveza y las pechugas de pollo.

Y en otro momento de la novela, Belane visita una funeraria y al abrir un ataúd, se ve a sí mismo dentro:

La persona que estaba en aquel ataúd era yo. El ataúd estaba forrado de terciopelo y yo tenía una sonrisa de cera. Llevaba un traje marrón oscuro arrugado y tenía las manos cruzadas sobre el pecho con un clavel blanco.

También en el libro podemos encontrar numerosos pasajes en los que Bukowski expone, usando la voz de Nick Belane, lo que podríamos denominar su filosofía vital:

Considerándolo todo, había hecho bastante más de lo que me había propuesto hacer durante toda mi vida. Había conseguido algunas jugadas bastante buenas. No estaba durmiendo en la calle. (…) Yo había tenido suerte, pero también es verdad que algunas de las jugadas me las había pensado bien antes. Pero, considerándolo todo, era un mundo bastante horrible y a menudo me sentía deprimido por la mayoría de la gente que lo habitaba.

Este párrafo avala la tesis de Iñaki Esteban cuando afirma que “Belane es un disfraz de detective hecho a medida para Bukowski.” En la misma línea se expresa Benjamín Prado cuando escribe que,

El detective Nick Belane comparte muchos de los rasgos del propio Bukowski, pasa tantas tardes como lo hizo él apoyado en las barras de los bares pensando en la diferencia entre todas las mujeres que le gustaría tener y en las únicas que puede tener, le gustan las peleas aunque siempre suele sacar la peor parte de ellas, tiene tanta esperanza en el género humano como una manada de ovejas en un lobo hambriento y, finalmente, está convencido de que no hay nada que no pueda solucionarse con un trago y un par de buenas mentiras.

No nos cabe ninguna duda de que la última novela de Charles Bukowski es algo más que un intento de parodiar u homenajear la literatura detectivesca. Así lo señala Fernando Baeta al afirmar que,

Pulp pretende, y consigue, ser una parodia irreverente, descarnada y divertida de la novela negra norteamericana, un intento de quitarle a Bogart la gabardina y dejarlo en pelota picada; Pulp pretende ser, y lo consigue, otra vuelta de tuerca más de Bukowski para despertarnos a todos de ese sueño americano que sólo produce pesadillas. Además, Bukowski consigue, posiblemente sin pretenderlo, escribir un tratado de su Filosofía, un libro de bolsillo sobre un estilo de vida, sobre el determinado estilo de vida que el gran zafio practicó hasta el final y que él reivindica como esta última voluntad a la que todo condenado a muerte tiene derecho.

A pesar de las reticencias iniciales hacia el género novelístico y de que empezó a cultivarlo mucho después que la poesía o el relato corto, Charles Bukowski fue un gran novelista. A lo largo de sus seis novelas, creó su propio universo literario, poblado por esos personajes que tanto le gustaban, pues según confesaba en una entrevista con Fernanda Pivano, siempre había sentido especial predilección por “el forajido, el hijo de puta." Y añadía:

No me gustan los buenos chicos de pelo corto, corbata y un buen empleo. Me gustan los hombres desesperados, los hombres con los dientes rotos y el cerebro roto… Me interesan más los pervertidos que los santos.

Todas estas coordenadas lo convirtieron en uno de los novelistas norteamericanos contemporáneos más innovadores y arriesgados de la segunda mitad del siglo XX. Meneses sintetizaba de esta manera el espíritu de la obra bukowskiana:

Para muchos Charles Bukowski sólo era un torrente de desvergüenzas. Un sucio desnudador de cuerpos, cuando lo que desnudaba eran conciencias. Esos muchos no se detenían a pensar en las razones que conducían al escritor a tales historias. En cambio, había —hay— otro público que lo leía con voracidad. No dominado por el placer de leer páginas impregnadas de sexualidad. Más bien degustando la hermosa voz del fracaso lanzada sobre el mundo de los fáciles triunfadores. El hablar de marginados, el meterse en el alma de los alcohólicos o el correr las cortinas de la alcoba y permitir que se vea lo que ahí está pasando, no era el espíritu de sus historias. Eso era sólo el ropaje. La esencia estaba en su afán de mostrar la debilidad del éxito. La inconsistencia del triunfo de quienes no lo merecen. Y. por supuesto, en utilizar personajes que como Sísifo suben para luego caer aunque éstos por su propia voluntad. Bukowski escribía con la vitalidad de un muchacho. Y parecía, por su lealtad con sus propias ideas, un poeta maldito del romanticismo. O un maldito a la usanza de Baudelaire o Rimbaud.


jueves, 10 de marzo de 2011

Juncos tronchados por el viento

Esta tarde, cuando conducía de regreso a casa desde el trabajo, he matado a un gato. El pobre animal ha tenido la desgracia de cruzar justo por delante de mi coche cuando yo pasaba, sin darme tiempo a pisar el pedal del freno o a dar un volantazo que evitara el fatal atropello. Y aunque conducía a menos de treinta kilómetros por hora, no he podido impedir que las dos ruedas de la parte izquierda del coche le pasaran por encima. Se ha escuchado un leve crack y nada más. Sólo eso. La muerte no tiene sonido. Allí ha quedado el gato, completamente roto, apenas una mancha negra sobre el asfalto mojado, las patas levantadas hacia el cielo, como una figura de porcelana defectuosa. Todo ha sido muy rápido. Diez, doce segundos. No más. Tal vez menos. Una extraña sensación me ha invadido al verlo por el espejo retrovisor, tirado en la carretera, sin movimiento, sin vida, una imagen congelada de sí mismo, un daguerrotipo frío y estático. Una pequeña conmoción ha recorrido mi espina dorsal. Me ha hecho pensar en juncos tronchados por el viento.

lunes, 7 de marzo de 2011

Federica Montseny: anarcosindicalismo en lucha

La historia personal de Federica Montseny Mañé corre paralela a la del anarcosindicalismo español y a la de la CNT, la organización en la que militó durante toda su vida La una no se entendería sin la otra y viceversa. Porque esta mujer, de apariencia frágil pero fuerte como el metal, muy a su pesar, se convirtió en la figura femenina más importante del movimiento ácrata español.
Federica Montseny había nacido el 12 de febrero de 1905, en Madrid. Hija de una pareja de teóricos anarquistas, Juan Montseny (Federico Urales) y Teresa Mañé (Soledad Gustavo) dedicados en cuerpo y alma a propagar las ideas de Bakunin y Prokopkin por el estado español, mediante medios como La Revista Blanca, una de las más importantes publicaciones con que contó el movimiento anarquista en los primeros años del siglo XX. Desde su más tierna infancia, Federica fue educada en los principios libertarios, que propugnaban una sociedad nueva basada en la libertad individual y la abolición del Estado, una sociedad sin clases dominantes ni dominadas.
La fuerte influencia que sobre Federica ejercen el pensamiento y la actitud vital de sus progenitores así como las lecturas que iban cayendo en sus manos, convierten a la adolescente Federica en una escritora en ciernes. Con dieciséis años escribe su primera obra: Horas trágicas. Desde este momento, colabora regularmente en la prensa anarquista con sus artículos sobre naturismo, pacifismo, anarquismo y, sobre todo, feminismo.
Una de las ideas más arraigadas en la concepción anarcofeminista de Federica Montseny fue la necesidad de una educación universal, que no excluyera a las mujeres, como se venía haciendo de manera sistemática. Pero, por supuesto, no cualquier tipo de educación servía. Abogaba por una educación auténticamente libre, donde las mujeres tuvieran opción de elegir su propia forma de vida, donde el poder de decisión fuese una realidad y no sólo un deseo utópico. A la consecución de este objetivo dedicó la mayor parte de su vida.
Y para ello se valió de las únicas herramientas que tenía a su alcance: las palabras, los libros, las ideas. Federica escribió, a lo largo de su vida, más de seiscientos artículos, numerosos relatos de ficción, novelas y ensayos. Entre sus títulos más importantes cabe destacar: La indomable, El anarquismo militante y la realidad española, La Comuna de París y la Revolución Española, Los precursores: Anselmo Lorenzo, el hombre y la obra, Mujeres en la cárcel, Cien días de la vida de una mujer, Heroínas, El éxodo. Pasión y muerte de los españoles en el exilio y su libro de memorias Mis primeros cuarenta años.
Sin embargo, se puede afirmar rotundamente que su talla política dejó en un segundo plano su carrera como intelectual. Quizá hoy en día, cuando ya es costumbre que las mujeres se sienten en el consejo de ministros, no se le conceda la importancia histórica que tuvo esta mujer. Y es de justicia reivindicarla. Montseny fue la primera mujer en España, y una de las primeras en el mundo entero, que ocupó una cartera ministerial, la de Sanidad y Asistencia Social en el segundo gobierno que presidió Francisco Largo Caballero durante la Segunda República. Su período como ministra fue breve, apenas medio año, entre noviembre del 36 y mayo del 37 y aunque no hubo tiempo ni ocasión para llevar a cabo grandes reformas, se encargó de promulgar un proyecto de Ley del aborto, bastante avanzado para la época, que fue rechazo por otros miembros del gobierno, entre ellos el propio Largo Caballero.
Tras su salida del gobierno y la derrota en la Guerra Civil española, llegó el exilio en Francia, la amarga humillación de ver a miles de compatriotas detenidos en campos de internamiento, sin recibir la ansiada ayuda para continuar la lucha antifascista. Según contaba la propia Federica, estos fueron los peores momentos de toda su vida. Al poco tiempo de estar en Francia, comienza la Segunda Guerra Mundial, las persecuciones por parte del ejército nazi, la lucha clandestina. Afortunadamente, cuando ya estaba a punto de ser deportada a la España del general Franco, su tercer embarazo lo impidió. Después de la guerra, se instaló definitivamente en la ciudad francesa de Toulouse. Y aunque en 1977, por fin pudo regresar a nuestro país, continuó viviendo en Francia hasta el mismo día de su muerte, acaecida el 14 de enero de 1994. Durante su largo exilio, Federica trabajó activamente por mantener vivos los principios del anarquismo, dando conferencias, escribiendo artículos, etc., así como por la reconstrucción de la CNT.
Quiero acabar este modesto homenaje a la figura de una personalidad extraordinaria, con unas palabras suyas que resumen a la perfección toda una vida de lucha: "No soy más que una militante libertaria. Ni líder, ni dirigente, ni jefe, porque en la CNT no ha habido, ni hay, jefes, dirigentes ni líderes, sino hombres y mujeres libres que luchan codo con codo, en igualdad de condiciones y sacrificios, por un ideal emancipador."

viernes, 4 de marzo de 2011

Felicidad

En todo caso, a cualquier observador imparcial le resulta evidente que el individuo humano no puede ser feliz, que no ha sido concebido en absoluto para la felicidad, y que su único destino posible es propagar la desgracia a su alrededor, haciendo que la vida de los demás sea tan intolerable como la suya propia (...)

Michel Houellebecq