domingo, 26 de junio de 2011

Corruptos

Si afirmo con rotundidad que España es un país de corruptos no estoy descubriendo nada que no sepamos ya. No obstante, conviene repetir las cosas para que no se nos olviden, tan dados como somos los seres humanos a olvidar lo que no nos conviene recordar. España es un país de corruptos.
Y no me estoy refiriendo sólo (que también, por supuesto) a los grandes corruptos, los number one del mangoneo, del tocomocho, del estoy aquí para llevármelo calentito, esos personajes que manejan cientos de millones de euros (antes de pesetas, y mucho antes, de la moneda que estuviese en vigor) y que hacen sus apaños para que sus empresas construyan edificios donde no se puede o no se debe construir; no me estoy refiriendo sólo (que también, por supuesto) a los que aceptan regalos multimillonarios para favorecer en sus chanchullos a sus amiguetes, o a los amiguetes de sus amiguetes, o a sus familiares directos o indirectos; no me estoy refiriendo sólo a los políticos que votan leyes que van en contra de todo el mundo, incluidos sus electores, aquellos incautos que con su voto le entregaron también la virginidad de su confianza, como doncellas medievales.
No me estoy refiriendo sólo (que también, por supuesto) a los grandes banqueros y directores generales de multinacionales, que quieren pasta a manos llenas, a costa de quien sea y de lo que sea, lo mismo da que se desahucie a familias enteras como que se tengan que quedar en el paro docenas de miles de trabajadores.
No me estoy refiriendo sólo, (que también, por supuesto) a los que durante años, han tejido una red de clientelismo político en ayuntamientos o comunidades autónomas, para tener la sartén cogida por el mango, para ejercer el control en la vida cotidiana de la gente, que al fin y al cabo, es lo que de verdad importa, de mil y una maneras distintas.
Pues no, no me refiero sólo a esos. Estoy hablando de esos corruptos de baja intensidad, pero no por ello, menos peligrosos y malvados. Me estoy refiriendo, por poner un ejemplo, a esa gente que preside un tribunal de oposiciones y no tiene ningún problema a la hora de favorecer a quien estime oportuno, sin importar mucho que esa persona no sea la más cualificada para obtener ese puesto de trabajo ni que otros muchos se hayan deslomado estudiando durante muchos meses para conseguir su plaza, pongamos, por ejemplo, en el sistema educativo andaluz. Además, se da la casualidad de que ese tipo de gente, no son sólo corruptos, también suelen ser unos mediocres de categoría superior.
Me estoy refiriendo a esos maestros y maestras que eligen los libros de sus alumnos en función de lo que le van a regalar las editoriales, práctica esta bastante extendida, sin pararse a evaluar la calidad del material, o simplemente, sin preguntarse siquiera si esos libros son los más adecuados para su alumnado.
Me estoy refiriendo a esos pequeños corruptos que tienen la capacidad de decidir que un niño pueda entrar en tal o cual colegio, y se pasan la Ley por el arco del triunfo, y el niño en cuestión acaba en el colegio donde no tendría que estar porque su puntuación es menor que la de otros niños.
Me estoy refiriendo a esos corruptos que mueven todos los hilos que tienen a su alcance para no pagar una multa de tráfico o a esos otros que sin ningún pudor, muestran su orgullo porque en su última declaración de hacienda han pagado un puñado de euros menos de los que legalmente les correspondía. O a esos médicos que trabajan en el SAS pero te echarán una mano para que te operes antes si vas a su casa y pagas al contado. Me estoy refiriendo a aquellos que, tomando un café con ellos, si les manifiestas abiertamente tu rechazo a ese tipo de prácticas caciquiles, directamente te dicen que sí, que muy bien, pero que todo el mundo lo hace, y si todo el mundo lo hace, tú no vas a ser más tonto que nadie. Esí que vuelvo al principio. España es un país de corruptos.

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