Que los gobernantes del Partido
Popular sienten una gran querencia por épocas pretéritas de la historia de este
país es algo que ya teníamos todos meridianamente claro. Ya sabemos de su
nostalgia por aquella España, una, grande y libre; aquella España, unidad de
destino en lo universal, gobernada a golpe de látigo y de garrote vil por el
militarote asesino, en la cual, los abuelos y los padres de los peperos del hoy
y del ahora, vivían tan a gusto.
De demostrárnoslo cada dos por tres
se encargan ellos mismos, ya sea fotografiándose envueltos en banderas
fascistas, saludando brazo en alto cual discípulos de Mussolini, u organizando
mercadillos donde se exponen con total impudicia esvásticas, y otras mierdas
por el etilo. Pero además, y esto es lo que realmente importa, nos lo llevan
demostrando mucho tiempo allá donde gobiernan: en Galicia, en Madrid, en
Valencia, en la ciudad de Granada, en Sevilla, y en otros muchos pueblos
pequeños y grandes, y desde diciembre de 2011 en todo el estado español, con
sus políticas de recortes en sanidad, en educación, en ayudas sociales; con su
falta de inversión pública, con sus ataques desaforados hacia lo público, con
sus ganas de aplastar sin piedad al débil.
Y sin embargo, nos siguen
sorprendiendo hechos como los acontecidos estos días con las declaraciones del
cantautor catalán Albert Pla en Gijón.
Como ya sabe todo el mundo, Albert
Pla iba a actuar en el teatro Jovellanos de Gijón, con su espectáculo “Manifestación”.
Pero una entrevista en el diario La Nueva
España, lo ha mandado todo, como diría el propio Albert, literalmente, a
tomar por culo. Y todo por decir, que le da asco ser español. A raíz de estas
opiniones, los fascistas del PP, apoyados por sus primos hermanos del Foro,
deciden que un tipo que exhibe con absoluta libertad sus opiniones, no merece
tocar en Gijón. ¡Hasta ahí podríamos llegar!
De todo este mogollón, yo, el abajo
firmante, extraigo tres conclusiones:
La primera es que el concejal de
Gijón que ha levantado toda esta polvareda no tiene ni puta idea de quién es
Albert Pla, y en su vida ha escuchado una de sus canciones, porque si hubiese
escuchado con anterioridad canciones como “Carta al rey Melchor”, “Lo dejo o no
lo dejo”, “Viva España”, “Ventegenarios”, “La colilla” y otras muchas, las
declaraciones de Pla no lo habrían pillado por sorpresa.
La segunda conclusión, que a la
sazón es la que importa, es que esta derecha rancia, apolillada y casposa, que
ostenta la mayor parte del gobierno real de este país (la mayoría de
ayuntamientos, comunidades autónomas y el gobierno central), esta derecha del
PP que invoca los derechos sagrados de la Constitución hasta para ir a cagar,
cuando alguien, en el libre ejercicio de su libertad de expresión, manifiesta
una opinión con la que ellos no están de acuerdo, van y lo censuran,
prohibiéndoles, como en el caso que nos ocupa, que actúe en un espacio que es
de todas las mujeres y hombres de Gijón, y no sólo de los que se sienten muy
patriotas. Porque digo yo que habrá gente en Gijón a los que no les haya
molestado lo que ha dicho Albert. Y esa gente tiene todo el derecho del mundo a
ir al concierto, previo pago de su entrada.
La tercera y última conclusión es
que viendo el comportamiento de los inquisidores del PP, la intransigencia de
sus políticas, la mala leche que se gastan con los que pensamos distinto, ¿cómo
no le va a dar asco al pobre Albert ser español? Lo que no acabo de comprender
es que sólo le dé asco. A este paso, además de asco, también debería de sentir
miedo, un frío y terrorífico miedo.