Querida
Carmen, querido Carlos:
Quiero que
sepáis, en estos momentos tan duros y tan trascendentales de vuestras vidas,
que sois un ejemplo para miles de mujeres y hombres, para miles de chicas y
chicos jóvenes que no se resignan a tener un futuro de mierda en este país de
mierda que se llama España.
Quiero
deciros, aunque eso ya lo sabéis, que miles de personas de Granada, de
Andalucía y del resto del estado español, incluso de otros muchos países, os
apoyamos incondicionalmente y creemos con los ojos cerrados en vuestra
inocencia. Todos sabemos que sois inocentes del delito del que se os acusa.
Todos sabemos que las mujeres como Carmen y los hombres como Carlos, no actúan
contra los trabajadores. Todos sabemos que las mujeres como Carmen y los
hombres como Carlos, están siempre del lado de los trabajadores, luchando por
sus derechos, peleando por sus mejoras, porque las mujeres como Carmen y los
hombres como Carlos son mujeres y hombres valientes, solidarios, y ante todo,
pacíficos.
También quiero
deciros que no os sintáis solos por la sencilla razón de que no lo estáis, como
ya pudisteis ver en la manifestación de apoyo de Granada y en la de otras
ciudades del país el día 30 de mayo. Este kafkiano proceso por el que estáis pasando
vosotros dos, podría habernos ocurrido a cualquiera de nosotros. Aquel día,
también yo estuve en un piquete, de la misma manera en que lo he estado en
otras huelgas, y de la misma manera en que volveré a estar en las que vengan en
el futuro. Así que si lo que pretenden con esta sentencia de corte fascistoide
y absolutamente desproporcionada es asustarnos para que nos quedemos en
nuestras casas (el que la tenga, que a este paso, casi que no va a haber nadie
con casa) en la próxima jornada de huelga general, van aviados.
Quiero
deciros, amiga Carmen, amigo Carlos, que si finalmente, vais a la cárcel, no permitáis
que esa terrible situación os aflija y os hunda. Hacedlo con orgullo y con la
cabeza bien alta. La Historia nos ha enseñado que, cuando el miedo se apodera
de los que gobiernan, siempre acaban recurriendo a las cárceles. Además, todos
sabemos que en este país, heredero directo del peor fascismo del siglo XX, la justicia
es arbitraria y, valga la redundancia, absolutamente injusta. En este país, que
se dice democrático, pero que no lo es en absoluto, en este país, cuyas leyes
están hechas a medida de los poderosos, la gente honrada y valiente como
vosotros, la gente que tiene la razón de su parte, va a la cárcel, mientras que
los canallas, ladrones, corruptos y mangantes que han recalificado terrenos de
manera ilegal desde los ayuntamientos, los que han blanqueado inmensas sumas de
dinero procedentes del narcotráfico o del tráfico de armas, los que han hundido
el sistema financiero adjudicándose planes de pensiones millonarios, los que
han estafado con las preferentes a miles de pequeños ahorradores, los que han
robado desde los partidos políticos para financiarlos ilegalmente, todos esos,
ya sabéis, viven tan ricamente ocupando los cómodos sillones de los grandes consejos
de dirección y a esos, en el incierto caso de que se les condene, se les imponen
penas irrisorias, para que no tengan que entrar en la cárcel. Así es la
justicia española.
Querida
Carmen, querido Carlos: sabed que miles de personas os estamos apoyando, y que seguiremos
clamando por vuestra libertad. Y sabed que vuestro “grito de
guerra”, aquel
del que hablaba el Che, ha llegado a miles de oídos receptivos y miles de personas
continuarán vuestro ejemplo de lucha y dignidad. Que no os quepa la más mínima
duda.
Salud y libertad
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