domingo, 8 de junio de 2014

Crisis económica mundial



Dejemos los eufemismos
para quien sufra del vértigo de la verdad.
Ventura Camacho

En Roquetas de Mar,
próspero municipio andaluz
de la provincia de Almería
con ochenta mil habitantes
de más de cien
nacionalidades diferentes,
quince inmigrantes africanos
de apenas veinte años
comparten un piso
de sesenta y cinco
metros cuadrados
construido a comienzos
de los años sesenta.
Hace unos días
uno de sus amigos
fue asesinado
de un navajazo
en el vientre,
lo que ha encendido
la mecha de la revuelta.
Ahora,
en vez de estar trabajando
en los invernaderos,
en la obra o en cualquier otro sitio
por cinco euros la hora,
todos ellos están sentados
delante de un televisor
que emite unas imágenes
del presidente Zapatero,
vestido con un traje nuevo
impecable,
compareciendo ante el Congreso de los Diputados
para explicar,
con su hablar pausado
y sus ademanes de chico
que no ha roto en su vida un plato,
cuáles son las medidas
que su Gobierno pondrá en marcha
ante la crisis económica.
Ninguno de los africanos habla castellano,
pero entre el torrente de palabras y frases
del Presidente del Gobierno,
se quedan con una expresión
que Zapatero repite una y otra vez:
crisis económica mundial.
Uno de ellos la repite
varias veces en voz alta:
crisis económica mundial, 
crisis económica mundial. 

Y todos se echan a reír.

Este poema, incluido en mi libro Versos de alambre de espino (Editorial Alhulia, 2009) está basado en un artículo de Jerónimo Andreu, titulado “Sueños sepultados en plástico y cocaína” aparecido en el diario El País el 14/09/2008. 








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