Si tú,
querido/a lector/a, eres una de esas personas que está pensando en presentarse
como cabeza de lista en las próximas elecciones legislativas por cualquier
partido político para ser Presidente del Gobierno de España y en tu partido hay
un tipo —o una tipa, no vamos a discriminar a nadie por razón de sexo— que te
cae como el culo, que además se atreve a hacerte sombra, que está mejor valorado
que tú en las encuestas, que ha gobernado una Comunidad autónoma y ha sido
alcalde de la capital del estado, y que una y otra vez saca mayoría absoluta en
las elecciones, como digo, si lo que de verdad deseas con todas tus fuerzas es
deshacerte de esta incómoda persona, sin despeinarte, sin hacer sangre, con
absoluta elegancia y encima pareciendo que ha sido un accidente, te voy a dar
las claves para que lleves a cabo tu plan. La cosa es mucho más fácil de lo que
parece. Sigue leyendo este artículo y verás.
1. Como
dice el viejo dicho, a los amigos hay que tenerlos cerca, pero a los enemigos,
mucho más. Así que el primer paso es atraerte a este tipo pedante y chulo, al que,
como ya hemos dejado claro, no tragas ni en pintura. Nómbralo ministro de tu
gabinete. Pero no se te ocurra hacerlo titular de cualquier ministerio. Tiene que
ser uno que desgaste a la gente, que les deje poco margen para actuar, y que
proporcione pocas alegrías a los ciudadanos. Y para eso, nada mejor que
nombrarlo Ministro de Justicia. De esta manera lo tendrás bien cerquita, podrás
controlar sus movimientos, escuchar sus puntos de vista, ver cómo respira en
todo momento. Déjalo que se confíe.
2. A la
mayor brevedad posible, reúnete con el nuevo ministro en privado y hazle un
encargo solemne, aunque en el fondo sepas que lo que le estás pidiendo es más surrealista
que una película de Buñuel. Tu encargo tiene que ser un regalo envenenado, algo
que acabe molestando a todo el mundo, desde la extrema izquierda a la extrema
derecha, incluyendo a las feministas, a los curas, a los militares, a los
jóvenes y a los viejos. Tu petición tiene que ser de un fuerte calado político
e ideológico, por ejemplo, encárgale que reforme la Ley del Aborto.
3. Siempre
que se presente la ocasión, elogia a tu ministro. No escatimes los halagos, no
seas rácano con los piropos, deshazte en alabanzas hacia su figura. Defiéndelo
a capa y espada, déjalo que hable en nombre de todos, que termine pensando que
lo que él dice es palabra sagrada. Su“egotitis”
galopante hará el resto.
4. Durante
los meses que dure la tramitación de la Ley, déjalo que se bata el cobre en el
parlamento con la oposición, que responda cada miércoles a una pregunta sobre
la dichosa ley, que discuta a cara de perro con todo hijo de vecino, que acaben
odiándolo hasta los de su propio partido, que defienda lo indefendible, incluso
con argumentos que a veces rozan la estupidez. Total, tú ya sabes que aquello
es papel mojado.
5. Una
vez que la ley esté lista, y la criatura se presente en sociedad, hazte el
loco, como si no fuera contigo, como si ese conjunto de normas y artículos
hubiese sido pergeñado por una mente diabólica (que sí, que ha sido así) con la
que tú, presidente del Gobierno de España, no has tenido nada, pero que nada,
quue ver.
6. Mientras
tanto, deja que sean otros miembros de tu partido, por ejemplo, los barones
territoriales, los encargados de decirle al ministro que esa ley es una vuelta
a las cavernas, que es reaccionaria y machista, que acabará alejando al
electorado más moderado, y hará que los jóvenes de tu partido terminen en los
brazos de los malos, malísimos de Podemos. Y tú, Presidente, a lo tuyo, que en
boca cerrada no entran moscas.
7. Ve
anunciando diferentes fechas para la aprobación definitiva de la ley. Primero,
di que será tras la Semana Santa;
después, cuando pasen las elecciones europeas; más tarde, antes de que acabe el
verano. Y así, hasta el infinito y más allá.
8. Vuelve
a reunirte en privado con tu ministro. La Moncloa puede ser un buen lugar. Allí
tú eres el que controla y partes con ventaja. Muéstrale unas encuestas realizadas
por los asesores más influyentes de tu partido, que dicen que, de aprobarse la
ley que ha preparado el ministro, el cuarenta por ciento de vuestro electorado
no os votará en las próximas elecciones ni hartos de calimocho.
9. Tú,
que por algo eres el Presidente del Gobierno, y te jactas de conocer a la
perfección a tus ministros, sabes de la tozudez del Ministro de Justicia. Así
que lo dejas que siga insistiendo. No hará falta que pasen muchos días para que
el susodicho ministro se dé cuenta de que ha perdido, de que está en un
callejón sin salida, de que la ley en la que ha trabajado durante tres años no
verá la luz, y de que su carrera política está a punto de expirar.
10. Aprovecha
cualquier excusa para anunciar ante los medios que el anteproyecto de Ley Orgánica
de Protección del Concebido y los Derechos de la Embarazada ha sido retirado por
falta de consenso con los demás grupos políticos. Hazlo como si tal cosa, sin
darle la menor importancia. No olvides hablar de consenso. Es una palabra que
tiene su cosa. De esta manera, tu ministro se dará cuenta, si no es imbécil del
todo, de que lo has tratado como a una caca de perro, y si le queda una molécula
de dignidad, presentará su dimisión. De esta manera, habrás conseguido lo que
no había conseguido ni Esperanza Aguirre sacando toda la artillería pesada, que
el Ministro de Justicia dimita de todos sus cargos políticos y de que abandone
la política para siempre.