Esta
semana que ya termina nos ha brindado la oportunidad de asistir a dos
acontecimientos que, en mi opinión, reflejan lo peor de Andalucía. Me estoy
refiriendo, como ya habréis adivinado, a la muerte de la Duquesa de Alba y al ingreso
en prisión de la tonadillera Isabel Pantoja. Ambas mujeres representan, para mí,
y creo que no soy el único que piensa de esta manera, lo peor que esta tierra
ofrece al mundo, lo más cutre de Andalucía, lo más rancio y podrido de cuanto
los andaluces podemos dar a la humanidad, como dice el verso de nuestro Himno.
Ambas
tiene que ver con ese patético rollo pseudo-popular, entendido en el peor
sentido de la palabra, que alcanza su máxima expresión en algunas celebraciones
de carácter festivo, como la Semana Santa, el Rocío, la Feria de Sevilla, etc.
Cayetana
Fitz James Stuart ha muerto a los 88 años de edad sin trabajar ni un puto día
en toda su vida. Ha vivido una vida estupenda gracias a lo que sus antepasados
rapiñaron. Ha gozado de riquezas, de lujos de todo tipo, ha vivido en palacios
y en casas que no ha merecido, y he dispuesto de fincas que no ha trabajado.
Esta señora y sus descendientes representan a una casta de vividores,
explotadores y parásitos que lo único que saben hacer es vivir a costa de los
demás. Y desde hace bastantes años, también de las subvenciones públicas. No en
vano, esta mujer ha sido, junto con la reina de Inglaterra, una de las personas
más subvencionadas de toda Europa. Y la que más subvenciones públicas recibe en
España. Patético.
De Isabel
Pantoja no se puede decir que no haya trabajado, porque sería faltar a la
verdad. A esta lo que le pasa es que no ha sabido elegir a sus amistades, y
mucho menos, a su novio. Las personas como Isabel Pantoja se sienten
absolutamente seguras por el poder que da el dinero y la fama. Acostumbrados a
pisar fuerte, no imaginan que un día, les puede tocar a ellos estar en el lado
chungo. Es lo que tiene el choriceo. Si te pillan, se acaba lo bueno.
A estas
dos mujeres la Junta de Andalucía las distinguió con las medallas de oro de la
Comunidad. La verdad es que, por más vueltas que le doy, no llego a entender el
porqué de estos homenajes. La Duquesa de Alba, si es que merecía algo por parte
de la Junta, era la expropiación de sus fincas y de sus palacios. Tampoco
considero que Isabel Pantoja sea digna de esa medalla y de esos honores (por
cierto, en el momento de escribir estas líneas, me entero de que la cantante
sevillana ha sido despojada, vía Boletín Oficial de la Junta, de su medalla).
En esta bendita tierra, ser una tonadillera o pertenecer a una familia de
chupópteros y vagos, todavía cotiza en el mercado de valores.
Veo en
las noticias a un grupo de anormales aplaudiendo al paso del féretro de la
Duquesa y a otro grupo aplaudiendo en la puerta de la prisión de Alcalá de
Guadaira, donde la Pantoja cumplirá su condena, a cuerpo de reina. No entiendo
qué les lleva a aplaudir a una explotadora y a una ladrona. Uno desearía que
todo esto ya estuviera superado, erradicado de la sociedad andaluza. Pero pasa
el tiempo y seguimos viendo que la gente, la misma gente que está puteada en su
día a día, sufre por los males de esta gentuza. Y entonces uno ya no entiende
nada.
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