domingo, 20 de septiembre de 2015

Viva los novios


El día 30 de junio del año 2005 se aprobaba en el Congreso de los Diputados la ley que permitía que personas del mismo sexo pudieran contraer matrimonio. Tres días después era publicada en el Boletín Oficial del Estado y entraba, por tanto, en vigor. A partir de ese día, en España, el matrimonio no era algo reservado a una mujer y un hombre. A partir de ese día, dos hombres, dos mujeres, podían contraer matrimonio entre sí, adoptar, obtener pensiones de viudedad, y beneficiarse de otros derechos asociados con el matrimonio. La ley fue aprobada con 187 votos a favor, 147 en contra y 4 abstenciones. A favor de la ley votaron los diputados del PSOE, los del PNV, los de ERC, los de Coalición Canaria, los de IU-ICV, los del Grupo Mixto, dos diputados de Convergencia y la diputada Celia Villalobos del PP. En contra de la ley estuvieron todos los demás diputados del Partido Popular y los de Unión Democrática de Cataluña.  
Al finalizar el debate en el Congreso, el líder del PP, Mariano Rajoy, anunciaba que su partido lucharía en todos los frentes posibles contra lo que consideraba una aberración jurídica. Tres meses después de haber entrado en vigor la ley, cincuenta diputados del PP presentaban un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional. Afortunadamente, en mayo del año 2009, el Tribunal Constitucional resolvió a favor de la constitucionalidad de la ley, con 8 votos a favor y 3 en contra. La ley seguiría adelante.  
Y digo afortunadamente porque de lo contrario, Javier Maroto, vicesecretario de Sectorial del PP y ex alcalde de Vitoria, no se podría haber casado. O al menos no lo podría haber hecho con su amor desde sus tiempos de universidad, el economista (suponemos que neoliberal), Josema Rodríguez. Y es que ambos, Maroto y Rodríguez, contrajeron matrimonio el pasado viernes. Y lo pudieron hacer a pesar de sus compañeros de partido, a pesar de la línea dura de su partido, a pesar de la intransigencia de la mayor parte de su partido. Por suerte para Maroto, esta vez el Tribunal de la Santa Inquisición no salió victorioso. Por suerte para él, las tesis reaccionarias y ultra conservadoras que defendía la mayoría de su partido, fueron derrotadas por la razón y la tolerancia.
Según cuentan las crónicas, el bodorrio fue todo un éxito. Se comió y se bebió como sólo se hace en Euskal Herria, es decir, de putísima madre. Además, los 270 invitados a tan magno acontecimiento disfrutaron de lo lindo, bailando y cantando las tonadillas eurovisivas que tanto gustan a la parejita de recién casados, hasta las tantas de la madrugada. Hemos leído por ahí, que hasta el soso de Mariano Rajoy se echó un cantecito y un bailecito, olvidándose por unas horas de los refugiados sirios, del paro, de Bárcenas, de Rodrigo Rato y hasta de Pablo Iglesias. Vivir para ver.  
Pero como tenemos memoria, hemeroteca y conexión a internet, vamos a recordar esos tiempos en los que a la gente del PP se les llenaba la boca de espuma al invocar el matrimonio gay. Por ejemplo, Ana Torme, a la sazón la diputada que defendió la negativa del PP a apoyar la ley, manifestó en sede parlamentaria que todo aquello no era más que táctica y oportunismo, manipulación y cinismo.Todos recordamos la perla aquella de las peras y las manzanas que soltó Ana Botella. De traca fue la frase de un tal Lluís Fernando Caldentey, alcalde pepero del municipio barcelonés de Pontons en aquellos días: los homosexuales son personas taradasy más o menos del mismo calibre, lo que dijo Fraga Iribarne, quien calificó la ley como asquerosa. En fin, estas y otras declaraciones homófobas salieron de las boquitas de miembros tan destacados del Partido Popular como Jorge Fernández Díaz, Ángel Acebes, Montserrat Nebrera y el propio Rajoy. Ya sabéis, como diría el genial y añorado Eduardo Haro Tecglen: el pensamiento único del catolicismo implantado y defendido fieramente.
No obstante, como en la vida todo es susceptible de mutación, el pensamiento único del PP parece haber mutado en pensamiento tolerante y defensa de los derechos humanos. Ahora la plana mayor del PP celebra por todo lo alto lo que hace tan solo una década era pecaminoso, asqueroso y contra natura. Ahora van a cantar, a bailar, a comer y a brindar con champán  (del caro, por supuesto) por la felicidad eterna de los dos tortolitos, y ninguno de los presentes se asusta de ver a dos hombres con barba darse un piquito. Y que conste que me alegro. Me alegro de que esos dos individuos puedan ejercer con libertad y con orgullo su opción sexual y que al hacerlo disfruten de los mismos derechos de los que disfruto yo. Y me legro, sobre todo, de que la caterva reaccionaria haya cambiado de parecer y lo que antaño era malo hoy sea bueno. Espero que en breve también cambien de parecer con respeto a otros temas: el despido libre, la defensa del estado del bienestar, la educación y la sanidad pública, la defensa de la cultura, etc., etc. ¿Lo harán? Se admiten apuestas.



   

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