A la memoria de Don
Antonio Machado
Es febrero.
Y nieva.
Una fila inacabable
de seres humanos
derrotados
camina lentamente
hacia la frontera
con Francia.
La miseria
el dolor
la tristeza
los acompañan
como camaradas
inseparables.
El poeta
Antonio machado
viaja con ellos
llora con ellos
siente la misma
hambre
que sienten ellos.
La mano derecha
del poeta
amarillenta
por la nicotina
esa misma mano
que ha escrito
lo versos más
sublimes
de la poesía española
sostiene otra mano.
Esa otra mano
fatigada
y fría
y enferma
es la mano
de Ana Ruiz
la madre del poeta.
Ninguno de los dos
es consciente
de que la muerte
los acecha
agazapada
voraz
dispuesta a todo.
Es febrero.
Y nieva.
Lejos quedan
los días azules
y el sol
de la infancia.
Lejos. Muy lejos.
Como si jamás
hubiesen existido.
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