miércoles, 3 de febrero de 2016

Versos de alambre de espino



Versos libres, o mejor aún, versos libertarios.
Versos nada complacientes con el poderoso.
Versos que denuncien, que se enfrenten.
Versos, como escribió Trostky, profundos, que modelen la vida, capaces de pintarla de un modo significativo y dinámico.
Versos de amor, (sí, por qué no), también versos de amor.
Versos que cuenten, como cantó Benedetti, contigo, conmigo, con ellos.
Versos a los que no les importe implicarse.
Versos que aborrezcan del conformismo.
Versos que den la cara, aunque siempre haya alguien dispuesto a partírsela.
Versos que no eludan su responsabilidad.
Versos que sigan el consejo de Ángel González y marquen la piel del agua.
Versos que no se crucen de brazos.
Versos que sepan de la locura.
Versos que sientan vértigo al asomarse a unos ojos peligrosos.
Versos que suenen como guitarras eléctricas.
Versos que sueñen despiertos.
Versos ecologistas a los que les duela más el árbol, el río, la hormiga que el coche o el móvil.
Versos, como gritó Durruti, que lleven un hombre nuevo en el corazón.
Versos que sean sinónimo de rebelión.
Versos que sean lo contrario de destrucción.
Versos como un puñetazo en el estómago.
Versos a los que les hierva la sangre la injusticia.
Versos que no apuesten descaradamente por el dólar.
Versos como telas de araña.
Versos que corrompan.
Versos que purifiquen.
Versos como cuerpos desnudos.
Versos que hagan caso a Kerouac y tomen al asalto las calles.
Versos que, primero, se cuestionen el orden social imperante, y después, traten de subvertirlo.
Versos que expliquen quién soy, de dónde vengo, hacia dónde me dirijo.
Versos que, bajo ningún concepto, hablen de princesas.
Versos que nazcan, crezcan, se reproduzcan y mueran.
Versos como trenes oscuros en la noche.
Versos que no desanden el camino andado, que jamás retrocedan en el tiempo.
Versos construidos con palabras mágicas, palabras como madre, amigo, lluvia, muchacha o nostalgia, palabras por sí solas capaces de iluminar una noche sin estrellas.
Versos audaces, capaces de todo.
Versos que no imiten a la mala televisión.
Versos que naden y no guarden la ropa.
Versos que, como los de Gloria Fuertes, canten a los suburbios y al lumpen.
Versos que echen raíces en los corazones.
Versos que sacien el hambre de los hambrientos, la sed de los sedientos.
Versos que expliquen el mundo.
Versos que permitan volver a creer en el ser humano.
Versos que, definitivamente, tomen partido por el ser humano.

(Poemas de destrucción masiva, editorial Alhulia, 2015)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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