domingo, 17 de abril de 2016

Una época mediocre y cruel

Vivimos en una época mediocre y cruel.” Esta frase la escribió Pio Baroja hace más de 60 años. Y sin embargo, es una frase que podría haber sido escrita en este mismo momento, pues su actualidad y su veracidad son de una radicalidad absolutas. Resulta más que evidente que los tiempos que nos han tocado en suerte, como ya le ocurriera al genial escritor vasco, son tiempos para que los mediocres y los crueles campen a sus anchas, moviendo los hilos, haciendo y deshaciendo sus oscuros negocios, conspirando para alcanzar sus malvados y crueles objetivos.
Escribo todo esto a propósito de lo que hemos vivido en España en los últimos días. Día sí y día también nos encontramos en los medios de comunicación con las andanzas de personajes tan siniestros, tan mediocres y tan crueles que más parecieran personajes perpetrados por la mente creadora y fecunda de un novelista de prestigio. A veces la realidad en la que andamos sumergidos es tan retorcida que uno tiene que pellizcarse varias veces para darse cuenta de que no vive en una pesadilla perpetua.
Personajes como el ministro José Manuel Soria, con sus cuentas opacas (o como quiera que se llamen esas cuentas bancarias ubicadas en los paraísos financieros), mintiendo sobre sus empresas, tratando de mostrarse ofendido ante la información publicada por los medios de comunicación, pero sabiendo perfectamente que todo lo que se ha dicho sobre él y sus dinero es tan cierto como la vida misma.
Personajes como José Torres Hurtado, a la sazón alcalde de Granada, detenido hace unos días por la policía que él mismo mandaba hace unos años cuando era Delegado del Gobierno en Andalucía, acusado de ocho o nueve delitos, empecinado en que se le detiene porque alguien la tiene tomada con él, ya que su honradez, bla bla bla, está fuera de toda duda.
Personajes como Mario Conde, banquero, delincuente condenado, reincidente, adicto al dinero y a los placeres a los que sólo los muy ricos tienen acceso, montando toda una estructura mafiosa para poder seguir disfrutando del dinero que chorizó de Banesto, hace quince o veinte años, cuando se le consideraba un mago de las finanzas, y no simplemente un remedo de don Vito Corleone.
Personajes como José María Aznar, ex Presidente del Gobierno de España, guía moral y ética de la derecha neoliberal, adalid del milagro conservador, patriota de medio pelo, sí, él, el rey de los mediocres y crueles, el mismo que le regaló a su gran amigo César Alierta Telefónica, más tarde travestida en Movistar, o a su otro gran amigo, Blesa, la dirección de Caja Madrid, paraíso terrenal para chorizos con tarjeta black, vendedores de preferentes y otras joyas del estraperlo financiero, y ahora dedicado, Aznar digo, a hacer juegos malabares para pagar menos o no pagar nada en absoluto a Hacienda, ese ente al que supuestamente pertenecemos todos los españolitos.
No se nos puede ni se nos debe olvidar que todos estos personajes y otros muchos que sería largo y monótono citar en este artículo —cada cual puede añadir los nombres que considere oportunos— han contribuido, con su mediocridad y su crueldad, al sufrimiento colectivo, al dolor de miles de personas, a que la miseria se haya extendido como una mancha de aceite. Soria, Torres Hurtado, Conde o Aznar: ejemplos paradigmáticos de esta época en la que vivimos, una época, ay, don Pío, mediocre y cruel.

miércoles, 13 de abril de 2016

Estupidez y televisión


"¿La gente era tan estúpida como ahora antes de que existiera la televisión? "

Don DeLillo, escritor estadounidense.

martes, 5 de abril de 2016

Manolo Tena

El vaivén de las olas,
el castillo destruido,
el verso equivocado,
el delirio y la confusión,
el fuego helado,
el hielo ardiente,
el deseo y la angustia,
el público y el único actor,
el extraño en el paraíso
el juguete de la desilusión.
la sangre y el desamor,
el corazón desolado,
el principio y el final,
la muerte echando el telón.

lunes, 4 de abril de 2016

¡ATENCIÓN! ¡ATENCIÓN!

Si ves a este hombre por la calle, ponte en contacto con la policía o con los servicios sociales del ayuntamiento lo antes posible. Responde al nombre de Mariano, lleva el cabello teñido de negro, tiene problemas de dicción y está absolutamente perturbado. Sufre  una lesión cerebral severa que le lleva a decir tonterías de manera reiterada. Como un mantra budista va repitiendo frases del estilo: “La inmensa mayoría de los afiliados del PP son honrados”, “España es un país con mucho futuro”, “El Partido Popular ha ganado las elecciones”, “Si gobernamos, crearemos dos millones de puestos de trabajo”, “Viva el vino”, “Yo pienso en positivo” y otras frases por el estilo. Además de todo eso, el individuo en cuestión, piensa que es de sentido común que haya miles de desahucios, que la iglesia no pague el IBI, que el sueldo mínimo interprofesional sea de 600 euros, que las compresas y los pañales infantiles tengan un diez por ciento de IVA, y otras tantas burradas de este calibre. La última vez que se le vio, vestía traje azul marino tirando a carca, y paseaba por los jardines de la Moncloa junto al periodista Jordi Évole, a quien por cierto, le dijo tres o cuatro veces lo mucho que lo respetaba y la admiración que sentía por su trabajo. ¡Y encima tiene la desfachatez de decir que él no miente! Por favor, si lo vez, ponte en contacto con el teléfono indicado. Puede ser muy peligroso, sobre todo contra los trabajadores y los parados.

sábado, 2 de abril de 2016

Historia de un capullo contada por él mismo




Félix de Azúa no tiene en alta estima a las pescaderas. Ni tampoco a Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. O al menos esa es la conclusión a la que uno llega después de leer las declaraciones que Félix de Azúa ha hecho a la revista Tiempo. “Debería estar sirviendo en un puesto de pescado”, ha dicho el escritor a propósito de la Alcaldesa de Barcelona. Como si servir en un puesto de pescado lo invalidara a uno, o a una, en este caso, para poder ser alcaldesa. O peor aún, como si servir en un puesto de pescado fuese la prueba irrefutable de que uno es idiota.
Por si no lo sabías, Félix de Azúa es académico de la Real Academia Española de la Lengua. Me lo imagino allí, sentado con otros colegas, bebiendo té, todos ellos tan bien vestidos, tan bien peinados, y haciendo chistes clasistas sobre pescaderas. “Mario, ¿sabes el de la pescadera que quería leer el Quijote…?” Y partiéndose la polla de la risa, allí, todos los académicos tan circunspectos, tan listos, tan de derechas, tan inútiles, limpiando, fijando y dando esplendor.
Félix de Azúa tiene todo el derecho del mundo a que no le guste Ada Colau. Por supuesto. Y a decirlo. Pero de ahí a pensar que las personas que atienden un puesto de pescado son tontas, hay un gran trecho. Se ve que Félix de Azúa no va a comprar pescado. O no lo come nunca, o tiene alguien que lo compra por él. Me inclino por la segunda opción. Es lo que tiene no relacionarse con el pueblo llano, que uno acaba por creer que todos somos tontos. A este señor no le vendría nada mal salir de vez en cuando de la sede de la RAE, ir al mercado, a las oficinas del paro, a los parques y hablar con la gente. Vería que está en un gran error. Vería que hay pescaderas que son más listas que los ratones coloraos. De la misma manera que hay ministros, consejeros, embajadores e incluso reyes y reinas que son tontos del culo, los pobrecitos, qué le vamos a hacer. De esos hemos visto muchos en España. Y seguro que hasta Félix de Azúa sabe reconocerlos.
Estoy absolutamente convencido de que Félix de Azúa en el fondo no piensa que Ada Colau sea tonta. Hasta Félix de Azúa sabe que Ada Colau es más lista que el copón. Porque de lo contrario, no habría llegado a ser la alcaldesa de la segunda ciudad más importante de este país y una de las más importantes de Europa. Y ni siquiera es jueza. Lo que le pasa a Félix de Azúa es que le jode que esta mujer sea la alcaldesa. Le pasa a mucha gente. No tragan que una persona normal y corriente, que viene del pueblo llano, ocupe un cargo de relevancia. Pero él sabe que Ada, de tonta, no tiene un pelo. Vaya que si lo sabe.
El problema que tiene este señor se llama clasismo y si además el objeto de su burla, es, como en este caso, una mujer, machismo. Pero Félix de Azúa negará la mayor y dirá que de eso nada, que él ni es clasista ni es machista, que todo lo contrario.
Félix de Azúa es el autor de un libro que leí cuando estudiaba (me obligaron, que conste). Ese libro se titula Historia de un idiota contada por él mismo. Ahora podría escribir la segunda parte: Historia de un capullo contada por él mismo. Y que llame a Ada Colau para que se lo presente. Como hizo Felipe González. Ah, y que la presentación la hagan en una pescadería. Verá qué exitazo.