El sábado, en un mitin de Albert
Rivera en Barcelona, un grupo de jóvenes irrumpió gritando eslóganes independentistas,
feministas, anticapitalistas, al mismo tiempo que intentaban colocar una
pancarta en un sitio visible pidiendo la independencia de Cataluña.
El sábado, en una mesa
informativa que Ciudadanos tenía puesta en una calle del barrio madrileño de
Vallecas, un grupo de diez tíos con, según Rivera, mucha malaleche, por supuesto, todos ellos anti demócratas y extremistas
de izquierda, se acercaron a la mesa a insultar a los moderados centristas de Ciudadanos,
con la intención de amedrentarlos y que levantaran el chiringuito.
A simple vista, todo parece tan
claro, que es casi transparente. Y
precisamente porque todo es tan claro, tan evidente, tan innegable, yo,
incrédulo por naturaleza, no me lo creo.
Estoy absolutamente seguro de que
lo que ocurrió ayer en Barcelona en el mitin de Ciudadanos, lo que vimos por
televisión, y lo que pasó en Madrid en el barrio de Vallecas, no es más que un
montaje del propio partido, una burda representación con actores contratados,
con guión previo y con, ante todo, una intención: desprestigiar a la izquierda,
en general, y a los independentista, en particular.
No me voy a creer a estas alturas
de la película que a las cabezas pensantes de Ciudadanos, que tan listos son, se
les colara en su mitin un grupo de barbudos, malencarados, con sus tatuajes,
sus piercings y sus camisetas llenas de eslóganes y estrellas rojas, con
aspecto de haberse citado allí para asaltar
el palacio de invierno. Ni de coña me trago eso.
También me parece un poco
sorprendente que siempre sea a Rivera al que insultan en la calle, al que tiran
huevos, al que persiguen. Me parece tan extraño, que me atrevo a decir que eso
es falso. No sería la primera vez que vemos como partidos políticos se inventan
ataques de este tipo para obtener réditos electorales. Esa estrategia es más
vieja que el hambre. No en vano, la manipulación es fundamental para alguien
que pretende ganarse la vida profesionalmente con la política.
De hecho, no habían pasado ni veinticuatro
horas del supuesto ataque radical y extremista, cuando Rivera culpaba a Pablo Iglesias
y a la gente de Unidos Podemos de esos ataques. A ver, ¿pero no habíamos
quedado en que los radicales de Barcelona pertenecían a una organización llamada
Arran, que está en la órbita de la CUP? Albert Rivera, ¿me puedes explicar qué
cojones tiene que ver la CUP con Unidos Podemos? Ah, ya comprendo, que los de Vallecas si eran
de Unidos Podemos, ¿no?
Seguramente, en su reciente viaje
a Venezuela, Rivera ha aprovechado para hacer un cursillo acelerado de
manipulación con sus amigos neoliberales y fachas venezolanos, que tan bien
dominan el tema. No me extrañaría nada que lo próximo de Ciudadanos sea
comparar a Pablo Iglesias y Alberto Garzón con Hitler y los nazis, ¿que no? ¿Quién
se apuesta algo?
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