Siendo
un muchacho
de
catorce años
recién
cumplidos,
leyó
en un libro
de
ciencias naturales
que
la hembra
del
insecto conocido como mantis religiosa
suele
devorar al macho
de
su especie
después
de la cópula.
A
día de hoy,
cuando
ya está a punto de cumplir
los
cuarenta,
cada
vez que hace el amor,
al
terminar,
siente
un sudor frío bañándole la espalda,
un
leve temblor,
apenas
perceptible,
se
adueña de su mandíbula,
una
desagradable angustia
se
va apoderando de su estómago,
mientras
que los latidos de su corazón
se
desbocan y la adrenalina
llega
hasta el último rincón
de
su cuerpo.
(Versos
de alambre de espino,
Editorial Alhulia, 2009)
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