Se cumplen estos días dos años de
las muertes, en una playa turca, del pequeño Aylan, de su madre y de su hermano,
cuando huían del horror y de la violencia de la maldita guerra. La foto del
pequeño, muerto sobre la arena húmeda de la playa, con las olas agitándose a unos
metros del cadáver, dio la vuelta al mundo e hizo que occidente pusiera el
grito en el cielo. Pero eso no era más que hipocresía de la que tan sobrados
vamos en el mundo rico. Dice la ONG Save The Children que en estos dos años,
más de 500 niños y niñas han muerto de la misma manera (o de otras parecidas) a
la del pequeño Aylán, intentando escapar de la violencia que han provocado los
conflictos armados en lugares como Irak, Afganistán, y sobre todo, Siria
Mientras tanto, pro aquí todo sigue igual. En esta Europa de los
mercaderes y del dinero, los políticos hablan y hablan como cotarras, demostrando
día a día, su inoperancia y su escasa sensibilidad. Aquí estamos a otras cosas,
porque al fin y al cabo, Aylan y otros como él no son más que muertos en una
pantalla de televisión. Asco de mundo.
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